Las «snuff movies», perversión de alto standing…

En 1996, el gran director de cine Alejandro Amenábar, estrenó su primer largometraje: Tesis. La película, con guión del propio Amenábar y protagonizada por Ana Torrent, Fele Martínez y Eduardo Noriega, nos introduce en el oscuro submundo de las snuff movies. Se trata de películas en las que se ruedan escenas reales, generalmente cargadas de violencia, sexo, sadismo, etc.

Años atrás, allá por el 90, cuando trabajaba en una multinacional de Madrid, tuve un jefe inglés que me había hablado de una de esas películas… Este hombre trabajó en los años 80 para la compañía British Aerospace como jefe de ventas de la división de jets privados. En una ocasión cerró una gran operación en un país árabe, por la que varios jeques adquirieron aviones de la BAe para renovar sus flotas, y para celebrarlo le invitaron a uno de sus palacios a participar en una fiesta.

Su primera sorpresa fue que al entrar en aquel lujoso recinto, fuertemente custodiado, se encontró con escenas que no imaginaba… En un país en el que casi todo estaba prohibido, pudo ver como de puertas para adentro no faltaban el alcohol, las drogas, insinuantes mujeres ataviadas al estilo occidental (él pensaba que se trataba de prostitutas de alto standing), etc.

Pues bien, después de disfrutar de los lujos del palacio, de enseñarle su colección de Rolls Royce’s y demás excentricidades propias de multimillonarios, le dijeron que le iban a mostrar algo que le iba a impresionar… Mi amigo inglés, que no había parado de sorprenderse desde su llegada, se quedó intrigado, ya que los rostros de aquellos árabes reflejaban un morbo especial.

Fue conducido a una sala de cine, tan lujosa como el resto de las estancias de aquella mansión, y allí comenzó una proyección privada de una película que al principio parecía un documental. En él se podía ver como varios hombres capturaban a una mujer, se la llevaban contra su voluntad, la  ataban y después se sucedían para violarla con saña. Pensó que se trataba de una película pornográfica y que quizás eso era algo novedoso para ellos, pero enseguida se dio cuenta de que no había cortes y sobre todo de que el rostro y los gritos de la mujer no eran los de una actriz…

Comenzó a sentirse incómodo y nervioso desde que intuyó que aquello era una situación totalmente real. Sin duda era eso lo que les generaba esa excitación morbosa a aquellos hombres, habituados a disfrutar de todos los placeres y perversiones imaginables… Aguantó el chaparrón como pudo, hasta que en un determinado momento se pudo ver como la mujer era asesinada sin piedad para deleite de las mentes enfermas tanto de quienes lo hicieron y lo grabaron, como de quienes adquirieron luego las copias de la película…

En ese instante mi amigo no pudo más, se disculpó ante los anfitriones, se levantó y se fue a buscar unos lavabos para poder vomitar… Aquella experiencia le impactó de tal manera que a partir de entonces se planteó cambiar de trabajo para no volver a tener que relacionarse nunca más con gente de esa calaña.

Han pasado más de 30 años y las monarquías del golfo siguen intactas. Los multimillonarios sátrapas que se reparten sus países, siguen imponiendo férreos y medievales estilos de vida a sus súbditos, especialmente a las mujeres, amparados en motivos religiosos espurios. Y lo que es peor, tanto Estados Unidos como Europa siguen considerando socios preferentes a todo ese atajo de tiranos…

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